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Algunas causas que contribuyeron al crecimiento poblacional y florecimiento de las ciudades durante el siglo XVIII fueron: la diversificación de actividades económicas a través de la minería, agricultura y la indutria textil.
Para las primeras décadas del siglo XVIII se experimentó un periodo de prosperidad económica en Nueva España en la minería, el comercio y la formación de mercados locales, que contribuyó al incremento de la población y promovió el florecimiento de ciudades.
Cabe aclarar que las actividades económicas de las ciudades y centros de población dependían de las características geográficas de la región en la que se establecieron y determinaron los productos a elaborar y comerciar.
Desde la creación de la Nueva España hasta fines del siglo XVII, la mayoría de la población vivió en zonas rurales, pero hacia el siglo XVIII se incrementó la población en centros urbanos con el desarrollo de las actividades comerciales.
Con el aumento demográfico de la población novohispana, también creció la oferta de mano de obra, la producción y la demanda de productos agrícolas y ganaderos.
El siguiente mapa de 1742 permite ver la distribución y densidad de la población. Así notamos que la intendencia de México es la de mayor número de habitantes, con 650, 000. Después están las intendencias de Antequera (hoy Oaxaca), Puebla y San Luis Potosí, con un promedio de 290, 000 a 320,000 personas. Le siguen las intendencias del Valle de Michoacán y de Veracruz con un promedio de 100.001 a 120,000 habitantes. Después se encuentran las intendencias de Guadalajara y Guanajuato con un promedio de 80,000 a 100,000 personas. La intendencia de Mérida Yucatán es la de menos densidad con un promedio de 35,000 a 60,000 habitantes.
Para el año de 1742 la población total de Nueva España se estimaba en 3, 336 000 habitantes.
De acuerdo con Enrique Florescano y Margarita Menegus, “las estimaciones de la población por parte de los historiadores coinciden en señalar una recuperación importante de la población novohispana en esta centuria.” Y comentan que “en algunas regiones la recuperación de la población se manifestó en la primera mitad del siglo XVIII, mientras que en otras el crecimiento fue más acentuado a partir de 1750.
Florescano y Menegus afirman que “los movimientos de la economía repercutieron en los flujos migratorios de la población, especialmente en la indígena. La economía influyó también en el proceso de mestizaje”. Como ejemplo de lo anterior, en el siguiente mapa puedes observar cómo fue el desarrollo regional de las actividades económicas.
Fuente:
https://nte.mx/crecimiento-de-la-poblacion-y-florecimiento-de-las-ciudades-historia-tercero-de-secundaria/#:~:text=Para%20las%20primeras%20d%C3%A9cadas%20del,promovi%C3%B3%20el%20florecimiento%20de%20ciudades.
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La Ciudad de México era la más grande de América, con unos 90 mil habitantes a finales del siglo XVI y 113 mil en el siglo XVIII. Funcionaba como centro político y financiero del Virreinato y tenía una intensa actividad comercial que se desarrollaba en la plaza principal de la ciudad. Puebla y Guadalajara también fueron importantes, mientras la primera era sede de la delegación apostólica del papa en Nueva España, la segunda era la sede de la audiencia real de Nueva Galicia y el lugar donde se organizaban expediciones hacia el norte.
Las ricas ciudades mineras como Taxco, Guanajuato o Zacatecas se convirtieron en potentes centros regionales que organizaban la vida cotidiana de las haciendas de pueblos y comunidades de la zona. La catedral de Santa Prisca en Taxco es una muestra de la riqueza de las ciudades mineras.
El crecimiento de las ciudades no hubiera podido darse sin un crecimiento sostenido de la población novohispana durante todo el siglo XVIII. Se calcula que hacia 1810 la población de México era de 6 millones de habitantes.
Como puedes ver en la siguiente gráfica, la población indígena disminuyó considerablemente a partir de 1520 debido al proceso de conquista, de invasión militar, a las diversas epidemias y a las difíciles condiciones de vida y de trabajo. Para 1620 comenzó una recuperación que se mantuvo hasta 1680.
A partir de este año, el crecimiento poblacional fue constante tanto para los indígenas como para los demás grupos de la sociedad novohispana.
Para las primeras décadas del siglo XVIII se experimentó un periodo de prosperidad económica en Nueva España en la minería, el comercio y la formación de mercados locales, que contribuyó al incremento de la población y promovió el florecimiento de ciudades.
Florescano y Menegus afirman que “los movimientos de la economía repercutieron en los flujos migratorios de la población, especialmente en la indígena. La economía influyó también en el proceso de mestizaje”. Como ejemplo de lo anterior, en el siguiente mapa puedes observar cómo fue el desarrollo regional de las actividades económicas.
En el centro y el norte se desarrollaron las zonas de ganado mayor, mientras que las zonas cañeras se ubicaron en el centro y sur de Nueva España.
En el caso del cultivo de la caña de azúcar, Cheryl Martin proporciona datos importantes, la autora comenta que la población no indígena de Cuernavaca representaba 73% del total de la población; esto permite entender que las zonas de asentamientos indígenas para el siglo XVIII tenían ya una composición mestiza.
Fuente:
https://nte.mx/crecimiento-de-la-poblacion-y-florecimiento-de-las-ciudades-historia-tercero-de-secundaria/
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¿Qué impacto económico y social tuvo el desarrollo de ciudades?
Aumento de la población y la diversificación de las actividades económicas, desarrollo intensivo de la agricultura, ganadería y la minería, aumento en la cantidad de comercios, talleres artesanales y obrajes establecidos.
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